Filosofía 2.0: una nueva forma de entender la comunicación

Las redes sociales ha cambiado la forma de comunicarnos. Descubre cómo hemos llegado hasta aquí y cuáles son las claves de esta nueva comunicación.
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Internet ha cambiado la forma de comunicarnos. Y las redes sociales han transformado la manera de relacionarnos. Ahora, el lenguaje es distinto, pensamos diferente, nos manifestamos de otra forma. Como sociedad, estamos viviendo unos momentos trascendentales donde palabras como “tuit” se añaden al diccionario oficial o la capacidad de influir desde un móvil mueve mareas de todos los colores.

Nos comunicamos a través de la red cada día, cientos de veces. Si tenemos en cuenta el fácil acceso y el alcance global de los mensajes, internet se convierte en el medio de comunicación más potente que los usuarios hayan tenido nunca en sus manos.

Esta revolución ha afectado a personas, empresas e instituciones a la hora de comunicarse con sus contactos o público objetivo. Aquí estaría, y al mismo nivel, una multinacional, un restaurante, una asociación de vecinos o una persona emprendedora a título personal.

 

¿Cómo empezó todo?

Al principio fue la Web 1.0. Eran páginas web estáticas, con información publicada por una autoridad (empresa, institución o medio de comunicación) con el objetivo de que fuese consultada por los usuarios. Nada más.

Todo cambió cuando llegó la Web 2.0. El concepto de Web 2.0 se acuñó con el nacimiento de los sitios web que facilitaban la compartición de información, la colaboración y la comunicación entre usuarios para que pudieran formar una comunidad virtual. Básicamente, esto hace referencia a la aparición de los blogs.

Esta tecnología posibilitó que cualquiera pudiera crear y distribuir contenidos a través de internet, lo cual ha descentralizado la autoridad y ha dado a los ciudadanos una capacidad de influencia que hasta ahora nunca habían tenido. La libertad de la sociedad para compartir sus conocimientos y sus opiniones ha generado un gran cambio en la forma de entender la relación entre las personas, que incluso ha motivado una nueva filosofía de comunicación, la llamada “filosofía 2.0”.

Ahora rigen nuevas reglas. La relación de las marcas (empresas, instituciones o profesionales con “marca personal”) y los usuarios se da en un entorno conversacional. Ya no se envían mensajes desde la marca a su público de forma unidireccional. Con las redes sociales, ambos conversan, dialogan, debaten… Detrás de las redes sociales de una marca hay personas que se dirigen a personas. Y eso debería notarse con esta nueva forma de pensar.

El mensaje institucional y formal que daban las empresas o instituciones a un público, considerado segmento, ha pasado a la historia. Ahora las marcas son humanas y, con un lenguaje personal y cercano, se dirigen, atienden y se preocupan por las personas que hay detrás de los perfiles de las redes sociales. La comunicación en estas plataformas se ha convertido en algo abierto, natural, donde se transmiten opiniones, contraargumentos, información, perspectivas, ironías o chistes.

 

Nace el prosumer y nos trae la infoxicación

El hecho de que cualquiera pueda tener un blog originó la aparición de otro concepto relacionado con las redes sociales. Ahora, al usuario se le llama prosumer. Se trata del cambio de rol del consumidor (consumer) que ahora pasa a ser también productor (producer) de contenidos. El consumidor de contenidos en internet también los crea, con el consecuente poder que esto le proporciona.

Pero que cualquiera pueda producir contenidos nos ha llevado a la infoxicación. Formado por las palabras “información” e “intoxicación”, este nuevo concepto relacionado con la filosofía 2.0 surge por el exceso de información existente en la red.

Un dato interesante: el director ejecutivo de Google, Eric Schmidt, aseguró que la humanidad había creado hasta 2003 una cantidad equivalente a 5 exabytes, lo que hoy en día se genera cada dos días. Estas cifras fueron rebatidas por el director y cofundador de la consultora RJMetrics, Robert J. Moore, que calculó que en realidad se crean unos 3,35 exabytes al día.

Ya lo veis, hay mucho ruido en internet. Éste es uno de los principales problemas derivados de la aparición de los blogs y las redes sociales, tanto para los ciudadanos como para quienes intentan crear contenidos profesionales. Esto supone que los usuarios tengan que aprender a discernir entre la información de calidad y la que no lo es. Y, por su parte, los productores de contenidos debemos demostrar nuestra valía y credibilidad, ofrecer lo que busca su público objetivo, destacar para atraer la atención por encima de los demás y estar presentes allí donde su audiencia los buscará.

Para superar este conflicto de la infoxicación, empresas, instituciones y profesionales deben aportar valor publicando contenidos de calidad y creando comunidad: motivar a los usuarios, asistirlos, enseñarles, participar, conversar, etc. Así la marca pasará a ser “amiga”. Es decir, los usuarios dejarán de ser unos meros consumidores de lo que se publica para pasar a ser fans e incluso embajadores que recomendarán los contenidos.

 

La economía de la atención

Los usuarios hemos aprendido a superar parte de esta infoxicación haciendo algo tan simple como discriminar rápidamente aquello que no nos atrae. A esto se le ha llamado la “economía de la atención”. Es como cuando hacemos zapping en la tele: lo que no nos gusta lo rechazamos y lo ignoramos casi sin pensarlo o sin darle una oportunidad.

Para llamar la atención de los usuarios, ante esta realidad, quienes generan contenidos deberían seguir la técnica publicitaria AIDA (Atención, Interés, Deseo y Acción). Hay que llamarles la atención para que se fijen, después cautivarles y suscitarles interés, provocarles el deseo de saber más y pasar a ofrecer el contenido o acción real que se quiere ofrecer. Por todo esto, la filosofía 2.0 apuesta por una relación entre usuarios más próxima, de conversación, por placer, con confianza, explicando historias y no a base de impactos que interrumpen a un segmento de la población con mensajes vistosos.

Con internet, el mundo de la comunicación ha cambiado la forma de difundir, producir y consumir los contenidos. Y la irrupción de los medios sociales ha generado fenómenos que han transformado más aún estas formas de hacer e, incluso, la manera de pensar.

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